Ante el estallido de nuevos problemas económicos en la Unión Europea (“UE”),
no cesan las voces que anuncian la “inevitable separación” de dichas naciones.
Sin embargo, contrario a la lógica de esos observadores, la UE se fortalecerá y
saldrá de la crisis más unida y con mejores sistemas financieros. No es una
opinión surgida del optimismo, sino de experiencias históricas similares. El
ejemplo Hamiltoniano, exitoso experimento de los primeros días de la vida
republicana estadounidense, será el desenlace necesario al que llegará la UE
luego de cruzar el duro trance en que se encuentra.
Oriundo de la pequeña isla caribeña de Saint Croix, Alexander Hamilton logró superar su condición de orfandad e infortunio para convertirse en aide de camp de George Washington, combatiente en el proceso revolucionario de los EEUU y llegar a ser el primer Secretario del Tesoro de dicho país. Desde allí, y a pesar de la férrea oposición del ilustre Thomas Jefferson, Hamilton implementó las primeras medidas monetarias que resultaron con la creación del dólar y el sentimiento de pertenencia y comunidad entre los primeros trece Estados de la unión americana.
Luego de la revolución independentista, las arcas estaduales estaban agotadas. La posibilidad de crear impuestos que se le aplicasen uniformemente a todos los Estados miembros de la novel unión era una quimera. El sentimiento de unificación, que inspiró las trece colonias para llevar a cabo un frente independentista conjunto, se erosionaba con rapidez por los aprestos de recaudación del nuevo gobierno centralizado que encabezaba Washington.
Las notas de guerra, que habían sido utilizadas para recaudar fondos en las diferentes colonias a los fines de patrocinar el armamentismo de liberación, eran tantas y tan disímiles (emisiones de entidades privadas) que además de fomentar la confusión y posibilitar el fraude a través de las falsificaciones, mantenía totalmente ocupados a las nuevas instituciones financieras.
La solución de Hamilton, consistió en comprar dichas notas a cambio de mejores condiciones de rendición. Para ello el nuevo Estado americano asumió los primeros préstamos internacionales, ratificando así, no solo la condición de nación ante la comunidad internacional, sino además, y tal vez más importante, forzando la reestructuración del sentimiento nacionalista centralizado de tipo federal.
Guardando las diferencias de tiempo y sofisticación, luego de la guerra financiera internacional, de la explosión de las burbujas especulativas de 2008; y los combates económicos helénicos, itálicos e ibéricos, la situación económica europea sabotea el proyecto de unión que tantos años llevó construir. Sin embargo, si el plan “Hamiltoniano” delineado por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, es puesto en ejecución, la salida de la crisis y el reforzamiento de los lazos que mantienen las naciones de la Unión Europa serán las conclusiones obligadas; incluso hasta llegar a los albores de la Confederación; independientemente de que sea ese un tema a debatir en otro momento.
Oriundo de la pequeña isla caribeña de Saint Croix, Alexander Hamilton logró superar su condición de orfandad e infortunio para convertirse en aide de camp de George Washington, combatiente en el proceso revolucionario de los EEUU y llegar a ser el primer Secretario del Tesoro de dicho país. Desde allí, y a pesar de la férrea oposición del ilustre Thomas Jefferson, Hamilton implementó las primeras medidas monetarias que resultaron con la creación del dólar y el sentimiento de pertenencia y comunidad entre los primeros trece Estados de la unión americana.
Luego de la revolución independentista, las arcas estaduales estaban agotadas. La posibilidad de crear impuestos que se le aplicasen uniformemente a todos los Estados miembros de la novel unión era una quimera. El sentimiento de unificación, que inspiró las trece colonias para llevar a cabo un frente independentista conjunto, se erosionaba con rapidez por los aprestos de recaudación del nuevo gobierno centralizado que encabezaba Washington.
Las notas de guerra, que habían sido utilizadas para recaudar fondos en las diferentes colonias a los fines de patrocinar el armamentismo de liberación, eran tantas y tan disímiles (emisiones de entidades privadas) que además de fomentar la confusión y posibilitar el fraude a través de las falsificaciones, mantenía totalmente ocupados a las nuevas instituciones financieras.
La solución de Hamilton, consistió en comprar dichas notas a cambio de mejores condiciones de rendición. Para ello el nuevo Estado americano asumió los primeros préstamos internacionales, ratificando así, no solo la condición de nación ante la comunidad internacional, sino además, y tal vez más importante, forzando la reestructuración del sentimiento nacionalista centralizado de tipo federal.
Guardando las diferencias de tiempo y sofisticación, luego de la guerra financiera internacional, de la explosión de las burbujas especulativas de 2008; y los combates económicos helénicos, itálicos e ibéricos, la situación económica europea sabotea el proyecto de unión que tantos años llevó construir. Sin embargo, si el plan “Hamiltoniano” delineado por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, es puesto en ejecución, la salida de la crisis y el reforzamiento de los lazos que mantienen las naciones de la Unión Europa serán las conclusiones obligadas; incluso hasta llegar a los albores de la Confederación; independientemente de que sea ese un tema a debatir en otro momento.