La sociedad dominicana sube y baja de ánimo en la esperanza de que los
gobernantes tomen en serio el combate contra la corrupción. Hasta ahora baja
más que sube. Hoy, luego de vivir resignados a la impunidad de desfalcadores
fomentados durante años por los gobernantes de turno, surgen señales que nos
incitan a un cauteloso despertar del optimismo.
El toque de campana que inicia esta nueva carrera de sube y baja de la
esperanza, lo ha dado el Procurador General de la República, pero lo cierto es que la responsabilidad
final recaerá sobre el Presidente de la República. No quiero alimentar la
cultura paternalista endilgándole todo lo bueno y lo malo a quien ocupe la presidencia, sin
embargo, es precisamente esa la cultura impera en nuestro país. Es el
Presidente de la República quien, querámoslo o no, tiene la última palabra al
respecto. Me explico.
Es verdad que el Presidente ya no designa
unilateralmente a los jueces; también es cierto que el Presidente no puede
designar ni remover a todos los miembros
del Ministerio Público. Y es también innegable
que los actuales jueces de la
Suprema Corte de Justicia, quienes tendrán que conocer sobre el/los apoderamiento(s)
que haga el Procurador, no fueron designados por el Presidente Medina.
A pesar de todo lo anterior, no es menos cierto que el Presidente tiene la potestad
constitucional de designar y/o remover al Procurador General de la República. Además, históricamente los presidentes
han usado el poder político para, con o sin rastros, hacer desaparecer
procesos que persiguen a los culpables de corrupción pública administrativa.
Para lograr grandes hazañas, siempre se requiere un gran esfuerzo. Los peloteros,
por ejemplo, deben entrenar arduamente y emplearse a fondo cuando quieren
batear un home run. Ahora se nos
presenta un bateador que parece querer sacar la pelota del parque, pero mira a su manager para ver si este le indica
lo contrario. Aunque parezca ridículo escribir sobre lo que debe ser, en
nuestra sociedad a veces lo ridículo es lo cotidiano.
La gran hazaña del Presidente Medina consistirá
en emplearse a fondo para no hacer ninguna señal al bateador y dejar que este
haga su trabajo. Si eso ocurre, no importa la determinación del tribunal, será
el Presidente quien la habrá botado por los 411 del estadio político
institucional dominicano, y solo entonces puede que artículos de opinión como
este, que simplemente piden que se respeten las leyes, sean verdaderamente
ridículos. Ojalá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario