domingo, 19 de abril de 2009

Orden o libertad













Los jóvenes de mi edad nos educamos en una sociedad inmersa en las lides políticas. Con tres caudillos dominando el terreno de los partidos, Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez.

Estudiamos las posiciones asumidas por el entonces presidente Juan Bosch, sobre todo cuando expresó que mientras él gobernase, no perecería la libertad. Discursos y posición que tuvieron excelente acogida en la población dominicana recién salida de un proceso tiránico que se extendió por más de 30 años.

Algunos miembros de nuestra sociedad contraponen lo dicho por el fundador del PLD a ciertas frases dichas por el presidente Balaguer en las cuales expresó que en su mandato imperaría el orden. Aseveraciones pronunciadas después de hechos públicos relevantes. Algunos compatriotas han hecho la distinción y han contrapuesto estas dos frases como ejemplo de las drásticas diferencias entre Bosch y Balaguer.

La libertad y el orden no son opuestos, sino que se sirven el uno del otro en necesario equilibrio. Son complementarios y no excluyentes. Cualquiera de las dos en exceso reduce y extingue a la otra.

Lo dicho por los dos fallecidos líderes los diferenciaba y les generaba simpatías. Quienes simpatizaban con Balaguer preferían el orden mientras los partidarios de Bosch preferían la libertad, sin excluir a los que en ambos campos políticos creían en la coexistencia de los dos sistemas.

Las ejecutorias personales y estatales que enaltecen y reafirman la libertad deben estar acompañadas en buena medida de conciencia y dosificación; la libertad desenfrenada puede desembocar, como generalmente desemboca, en libertinaje y en anarquía. La anarquía lleva a la inversión del mito de Saturno: los hijos devorando al padre. La excesiva libertad impide el ejercicio de la libertad misma.

Al establecer un régimen de orden también se deben manejar los límites, puesto que el desenfreno del orden puede desembocar, como en efecto desemboca, en limitar las libertades básicas y los derechos del ser humano; situación en extremo indeseada en las sociedades democráticas.

En este caso, y de igual manera, vemos cómo los que se afanan por ordenar, terminan siendo victimas del ordenamiento.

A pesar de que no necesariamente el hecho de apoyar a una de estas dos figuras significará el deseo por los extremos, la realidad histórica nos demuestra que en mayor o menor grado hubo anarquía en un caso (el golpe de Estado) y violaciones a las libertades básicas y de los derechos humanos en el otro. Los discursos pronunciados, enfatizando las diferentes formas de gobernar, hicieron que las masas, a quienes se les dirigía, hicieran de estos pronunciamientos su Norte y guía y actuaran en consecuencia.

Sólo al llegar a un punto medio, donde se equilibren efectivamente estas dos necesidades sociales, se podría disfrutar abiertamente de todas las ventajas y beneficios que presenta una verdadera sociedad democrática.

¿Contaremos con el valor de asumir la posición de equilibrio que realmente necesita nuestro país y descartar el “damelomio” que actualmente impera? Espero que sí; aun hay tiempo.

Luis Migueal De Camps García - 10/17/2008

http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=77646

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