Nuestro país está aquejado de incontables problemas, muchos de esencia estructural, otros radicados en las ejecuciones de los actores sociales. Desde los problemas eléctricos, pasando por la carestía de los alimentos y productos básicos de vivienda digna, hasta situaciones de clara impunidad, República Dominicana es un país sumido en una eterna crisis.
Este bombardeo constante de noticias negativas, de situaciones críticas, y en general de sensación de estancamiento nacional, ha logrado que las grandes masas, en especial la gran masa juvenil que representa más del 65% del total de la población dominicana de acuerdo a la Oficina Nacional de Estadística, se distancien de las instituciones que buscan aportar soluciones
. Esta ausencia de participación es negativa para el país. Cuando menos dominicanos se interesen en ser entes activos en las interacciones sociales, esas estructuras de participación contarán con menos recursos humanos de donde elegir. Es decir, si en una entidad de acción social, sea partido político, sea organización sin fines de lucro u organización comunitaria, participan diez personas, puede que todas sean de correcta intención y formación, y por lo tanto todas aprovechables al máximo; pero si participaran cien personas, sería mucho más probable que haya más personas con las cualidades idóneas para llevar a cabo la labor correctamente.
Tener conciencia de los problemas es la primera parte, pero no podemos amilanarnos por ellos y dejar de atenderlos por sentirnos ahogados. Si los ignoramos, éstos no desaparecerán, sino que crecerán. Los jóvenes debemos ver los problemas, entenderlos, denunciarlos y enfrentarlos. No debemos limitarnos a ser simples espectadores del desenvolvimiento nacional. No debemos quedarnos en las gradas y opinar del “partido” que se desarrolla en ese campo de juego que es la vida pública nacional. Debemos convertirnos en protagonistas de nuestras vidas y accionar sobre las decisiones tomadas.
Tomar las riendas de nuestro destino a través de la acción, participando directamente en organizaciones políticas, o empresariales, o comunitarias o barriales que estén dirigidas a mejorar la vida en nuestro país. Nuestro padre de la patria, Juan Pablo Duarte, tenía apenas 25 años cuando fundó la organización que crearía nuestra nación, la Trinitaria; Gregorio Luperón tenía 26 años cuando dirigió exitosamente el proceso de restauración de la soberanía nacional. En el siguiente siglo, Juan Bosch contaba con solo 30 años cuando en el exilio co-fundó el PRD histórico; José Francisco Peña Gómez tenía 28 años cuando llamó a los dominicanos a defender la constitucionalidad y la soberanía nacional en 1965.
La historia dominicana está llena de casos en los cuales los jóvenes fueron el motor del desarrollo nacional; sin embargo, hoy en día, son escasos los actores juveniles que participamos en los debates nacionales, lo cual logra sólo que se mantengan inmóviles las estructuras disfuncionales y las inconductas públicas. Esta ausencia y desinterés debe ser revertido y en su lugar ser sustituido por una participación masiva de la juventud dominicana, donde sus pensamientos, reclamos, voces y posiciones sean escuchados y puestos en ejecución. Se nos dice que la juventud es el futuro; que la juventud será la heredera de la tierra.
La juventud no es el futuro, la juventud es el presente. La juventud no es la heredera de la tierra, es la dueña de la misma. Participemos todos y hagámoslo ahora, un día más sin nuestro aporte es un día en el que se agravan los problemas. Al país le urge que todos nos interesemos y participemos. Tomemos la decisión de aportar nuestro grano de arena, y hagámoslo hoy. Todo viaje, por más largo que sea requiere de un primer paso. Demos el nuestro hoy.
Luis Miguel De Camps García - 11/5/2008
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