jueves, 30 de abril de 2009

Por un Ascenso Social Digno



La tarea de todo gobierno, como mandatario de la población, es asegurar el bien común, y lograr la solución o mejoramiento de los problemas que aquejan a la sociedad. Por la naturaleza del comportamiento social humano, la solución de estos problemas debe traer consigo el ascenso en la escalera social y económica de los ciudadanos. Es decir que la labor de los gobiernos es la de asegurar el ambiente idóneo para el asenso socio-económico de sus pobladores, mediante las formulas y medidas que se ajusten a las realidades de cada país.

La República Dominicana está aquejada de una cantidad considerable y reconocida de problemas. Estos son de muchas y variadas naturalezas. Lo más sorprendente de todo no es la existencia de los problemas nacionales sino la antigüedad de los mismos. ¿Cómo es posible que leer los titulares de los periódicos de hoy en día es como leer los de hace 10, 20, 30 y hasta 40 años atrás? Este hecho, por sí mismo, basta para demostrar que los gobiernos dominicanos no han satisfecho su cometido, incumpliendo en sus obligaciones y estancando la esperanza del desarrollo nacional.

Es que este desarrollo nacional, al que todos aspiramos, no se trata sólo de construcciones bien hechas y mantenidas, o sólo de proyectos suntuosos. Se trata de lograr dotar a la gente de las herramientas necesarias para que ellas mismas puedan encontrar sus propios caminos de desarrollo dentro de una sociedad que funcione bajo los cánones del respeto y el cumplimiento a las leyes. Nadie discute que las inversiones en infraestructura son necesarias; lo que se puede discutir en un momento dado son las prioridades de ciertos proyectos de infraestructura en especifico. Pero, ¿dónde está la inversión constante y continua en el ser humano, en el ciudadano, la que debe servir de contrapartida a las de infraestructura?

Se construyen y equipan hospitales, pero luego desaparecen los equipos y materiales. Se suspende el mantenimiento y en poco tiempo hay que reconstruir. No se sabe si aparecerán nuevamente los equipos “desaparecidos” pero, peor aún, no se conoce ni se persigue a los autores de dichas “desapariciones”. Se construyen y equipan escuelas, pero se niega el presupuesto mínimamente necesario para que el estudiante graduando tenga los conocimientos para ser competitivo en el mercado globalizado. Y, ¿cómo podría ser, si el promedio de horas de clases ronda las 2 horas y media diarias, esto sin hablar de calidad?

Sí, ciertamente nuestro país requiere obras en infraestructura para mantener el soporte de servicios que necesita nuestra creciente población. Pero también necesita inversiones en el ser humano, no como programas sociales de asistencia, los cuales, aunque aplacan los gritos desamparados, también alimentan la adicción paternalista creada por el clientelismo político. Necesitamos una inversión en la población que sea auto-sostenida, que identifique las metas a mediano plazo como garantías de su cumplimiento. Sólo así podremos lograr el empoderamiento de la población para que, dentro de ese contexto, por los esfuerzos individuales la población logre materializar sus aspiraciones, desprendiéndose de la mendicidad electorera y alzando la conciencia de orgullo personal y nacional.

Luis Miguel De Camps García

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