Como un péndulo, así oscilan muchas posiciones e intereses humanos, y así mismo oscilan las posturas gubernamentales sobre qué medidas adoptar para encaminar la nación a un franco desarrollo. No es posible un desarrollo sin un plan trazado firme y consensuado, tomando en consideración los problemas actuales y los posibles problemas futuros; pero por el otro lado, vemos como dicho plan es destrozado momentáneamente cuando el péndulo regresa, y las posturas económicas de desarrollo adoptadas son revertidas y demonizadas.
Las políticas económicas más populares varían según las condiciones y situaciones mundiales. Hubo un momento histórico en el que las posturas radicalmente opuestas de capitalismo y comunismo forcejeaban por el dominio político mundial. Igualmente, dentro del capitalismo mismo, existieron y existen varios sub-mundos de luchas sobre cuáles medidas adoptar, qué otras mejorar y en qué dirección encaminar los esfuerzos más puntuales. Dentro de esta última categoría de enfrentamientos ideológicos, se ha podido ver cómo, desde finales de la década de los 70, hubo un constante empuje para promover la desregulación y apertura cuasi-incondicional de los mercados e industrias.
Hace aproximadamente diez años, nuestro país se vio inmerso en un profundo proceso de privatizaciones y aperturas de mercado que nunca habíamos experimentado. Pocos años después, algunas de esas privatizaciones fueron estatizadas, regresando, al menos parcialmente, al modelo anterior. Pero más aun, en el año 2008 vimos cómo el mismo gobierno que programó y aplicó el proceso de privatización en la República Dominicana, organizó conferencias y apadrinó reuniones con expositores de pública y manifiesta oposición a las privatizaciones.
¿Acaso proponemos seguir con medidas económicas que han demostrado ser erróneas, inoperantes y/o contraproducentes? Claro que no. Errar es de humanos. Pero al ratificar errores pasados, debemos reconocerlos y admitirlos con humildad, para entonces así, desde una perspectiva más sincera, proponer las transformaciones que se entiendan necesarios. Las oscilaciones y cambios de posturas económicas seguirán produciéndose; sin embargo, tomar medidas equilibradas permitirá que, cuando el péndulo económico-histórico se devuelva, los daños sean menores y apenas con ajustes mínimos se pueda reencauzar el interrumpido camino al desarrollo nacional.
Luis Miguel De Camps García
Las políticas económicas más populares varían según las condiciones y situaciones mundiales. Hubo un momento histórico en el que las posturas radicalmente opuestas de capitalismo y comunismo forcejeaban por el dominio político mundial. Igualmente, dentro del capitalismo mismo, existieron y existen varios sub-mundos de luchas sobre cuáles medidas adoptar, qué otras mejorar y en qué dirección encaminar los esfuerzos más puntuales. Dentro de esta última categoría de enfrentamientos ideológicos, se ha podido ver cómo, desde finales de la década de los 70, hubo un constante empuje para promover la desregulación y apertura cuasi-incondicional de los mercados e industrias.
Hace aproximadamente diez años, nuestro país se vio inmerso en un profundo proceso de privatizaciones y aperturas de mercado que nunca habíamos experimentado. Pocos años después, algunas de esas privatizaciones fueron estatizadas, regresando, al menos parcialmente, al modelo anterior. Pero más aun, en el año 2008 vimos cómo el mismo gobierno que programó y aplicó el proceso de privatización en la República Dominicana, organizó conferencias y apadrinó reuniones con expositores de pública y manifiesta oposición a las privatizaciones.
¿Acaso proponemos seguir con medidas económicas que han demostrado ser erróneas, inoperantes y/o contraproducentes? Claro que no. Errar es de humanos. Pero al ratificar errores pasados, debemos reconocerlos y admitirlos con humildad, para entonces así, desde una perspectiva más sincera, proponer las transformaciones que se entiendan necesarios. Las oscilaciones y cambios de posturas económicas seguirán produciéndose; sin embargo, tomar medidas equilibradas permitirá que, cuando el péndulo económico-histórico se devuelva, los daños sean menores y apenas con ajustes mínimos se pueda reencauzar el interrumpido camino al desarrollo nacional.
Luis Miguel De Camps García
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