El 4 de noviembre de 2008 Barack Obama logró la victoria electoral en Estados Unidos y fue designado por su pueblo como el nuevo presidente. Es una proeza que hasta los estadounidenses no creían posible, ya que todo el mundo lo entendía y concebía como un sueño, más que por sus propuestas de fondo, por el hecho de no ser blanco, en un país que fue fundado sobre fuertes sustentos raciales.
Con esta victoria, el señor Obama rompe el molde y crea las bases de una nueva posibilidad en la política estadounidense. La de que una persona con cualidades, con mensaje e intención de ayudar a su pueblo, pueda organizar un movimiento en el que sus conciudadanos se sientan lo suficientemente identificados como para no solo obviar, sino desafiar todos los argumentos que hacen de la política una actividad poco popular.
Todo lo anterior refuerza la gran expectativa que existe para con el nuevo presidente de Estados Unidos, es una expectativa sana y natural, pero con la cual se debe tener cautela. Si bien es cierto que el gran apoyo dado al candidato demócrata fue fruto de una penetración profunda de su mensaje de esperanza acompañado de una alta concentración de propuestas de políticas sociales, no menos cierto es que las políticas de dicho país han tenido un corte poco social o progresista por muchos años.
Los últimos esfuerzos de implementar políticas sociales amplias que lograron ser convertidas en leyes, fue en los años sesentas durante la presidencia de Lyndon B. Johnson (sí, el mismo que mandó a los marines a invadir nuestra isla en 1965), con la Gran Sociedad o “Great Society”, parcialmente inspiradas por las propuestas de la Nueva Frontera del presidente Kennedy; la cual estableció programas de asistencia médica para los ancianos y el fin del segregacionismo racial.
Aunque en los años setenta dichos programas fueron ampliados, desde principio de los ochenta hasta la fecha no ha habido un esfuerzo concretado en mejorar y expandir dichos programas, sino más bien una clara política de reducción o eliminación de los ya existentes.
La importancia de la elección de Obama, mas allá de los aspectos raciales y el posible nuevo paradigma establecido por ello, radica también en la posibilidad de que con el Congreso cuasidominado por sus partidarios, su popularidad incuestionable y sobre todo con la excelente calidad de articular mensajes comprensivos, pueda contrarrestar más de dos décadas de fuertes oposiciones a medidas de beneficios sociales, logrando así la adopción de iniciativas de bienestar social que posibiliten la ampliación y fortalecimiento de dicha sociedad.
Las expectativas son naturales y saludables, pero deben ser tomadas con cautela puesto que no siempre es posible lograr lo dictado por las buenas intenciones. Pero, si el nuevo presidente estadounidense cumple sus promesas de campaña y logra convertir en ley propuestas de políticas sociales nuevas, como otorgar seguros de salud a todos los ciudadanos, podría revertirse decididamente el rumbo que por más de veinte años ha llevado dicha sociedad, realizando la transformación de dicha sociedad encarrilandola nuevamente en el concepto de estado de inversión social fundado en los años treinta, después de la gran depresión, que fortaleció a la clase media estadounidense.
Luis Miguel de Camps García - 11/26/2008
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=82496
La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso; la virtud, en llevarlo a cabo.
ResponderEliminarR R M .